martes, 25 de agosto de 2009

SE PUEDE CURAR LA DEPRESION


Antes de empezar a definir qué es la depresión, podemos empezar por definir lo que no es:
Un trastorno depresivo no es un estado de ánimo triste pasajero; tampoco es un signo de debilidad personal o una situación que se pueda superar únicamente con ayuda de la voluntad.
Un trastorno depresivo es una enfermedad que afecta a todo el organismo: al estado de ánimo, a los pensamientos, a la forma en que se come y duerme, a la vida en general.
Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses o años. En cambio un tratamiento adecuado ayuda a más del 80 por ciento de las personas que sufren depresión.

A grandes rasgos, en cuanto a la naturaleza y la causa de los síntomas de la depresión, podemos hablar de vulnerabilidad biológica, de factores ambientales y de rasgos psicológicos como factores responsables de la enfermedad.
En cuanto al tratamiento, en algunos casos es necesario el tratamiento combinado de fármacos y psicoterapia, y en otros, una intervención psicológica es suficiente para obtener buenos resultados. La finalidad de los tratamientos es dotar al paciente de las estrategias y herramientas necesarias para afrontar las demandas y las necesidades que él genera y las que genera su entorno.
Si usted está deprimido: Los trastornos depresivos hacen que uno se sienta inútil, desvalido, desesperanzado. Estos pensamientos y sentimientos pueden hacer que se dé por vencido. Es importante conocer que estas ideas negativas son parte de la depresión y generalmente no reflejan con exactitud su estado de ánimo. Los pensamientos negativos desaparecen conforme el tratamiento empieza a hacer efecto. Pero mientras tanto:
• No se fije metas difíciles.
• No espere demasiado de sí mismo, si lo hace sólo aumentará su sensación de fracaso.
• Procure estar con otras personas, generalmente es mejor que estar solo.
• Participe en actividades que le hagan sentirse mejor: ejercicio ligero, ir al cine, espectáculos...
• No tome decisiones importantes en su vida, tales como cambiar de empleo, casarse...
• No espere salir de su depresión de inmediato, rara vez sucede, ayúdese a sí mismo cuanto le sea posible y no se culpe por no encontrarse totalmente bien.
Si usted quiere ayudar a una persona deprimida, ayúdele a obtener un diagnóstico y un tratamiento adecuado. Por supuesto es igualmente importante su apoyo emocional. Ello requiere comprensión, paciencia, consideración y ánimo. Converse con la persona deprimida y escúchela cuidadosamente. Si escucha comentarios relacionados con suicidio no los ignore coménteselos siempre al Psicólogo.
Invite a la persona deprimida a caminar a ir de excursión, al cine... insista suavemente y si su invitación es rechazada insista pero sin exigirle mucho de inmediato, eso podría aumentar la sensación de fracaso.
No acuse a la persona deprimida de aparentar enfermedades o de debilidad, ni espere que salga inmediatamente de la depresión. Sometiéndose a tratamiento, la persona deprimida, mejorará. Téngalo siempre presente y asegúrele continuamente que con tiempo y ayuda, se sentirá mejor.
www.gabinetedepsicologia.com
Fernando Azor Lafarga
Director del centro

sábado, 15 de agosto de 2009

SOBRE LA REALIDAD

Si deseas entrar en contacto con la realidad de una cosa, lo primero que tienes que comprender es que toda idea deforma la realidad y constituye un obstáculo para ver dicha realidad. La idea no es la realidad: la idea "vino" no es el vino; la idea "mujer" no es esa determinada mujer. Si de veras quieres entrar en contacto con la realidad de esa mujer, debes dejar de lado tu idea de la mujer y tener la experiencia de ella en su singularidad concreta y en su unicidad. Por desgracia, la mayoría de las personas no se toman, la mayoría de las veces, la molestia de ver este tipo de cosas en su singularidad, se limitan a ver las palabras o las ideas, pero sin mirar nunca con ojos de niño esa realidad concreta, única, viva y con plumas que se mueve ahí mismo, delante de ellos; lo único que ven es un gorrión. Nunca ven el maravilloso prodigio de ese ser humano único que tienen ante sí; tan sólo ven a una mujer campesina hindú, por ejemplo. La idea, por consiguiente, es un obstáculo para percibir la realidad.
Pero hay otro obstáculo a la percepción de la realidad: el juicio. Tal cosa o persona es buena o mala, fea o hermosa. Ya es suficiente obstáculo, a la hora de fijarse en esa persona concreta, el tener la idea de "hindú", de "mujer" o de "campesina". Pero, encima, ahora añado un juicio y digo: "es buena" o "es mala"; "es guapa y atractiva" o "es fea y poco atractiva". Lo cual me impide verla, porque no es ni buena ni mala. Es "ella", en toda su singularidad. El cocodrilo y el tigre no son ni buenos ni malos; son cocodrilo y tigre. "Bueno" y "malo" dicen relación a algo exterior a ellos. En la medida en que convienen a mi propósito, o son gratos a mis ojos, o me son útiles, o constituyen para mí una amenaza, en esa medida les llamo "buenos" o "malos".
Piensa ahora en ti mismo cuando alguien dice de ti que eres "bueno" o "atractivo" o "guapo". Una de dos: o bien te muestras duro y displicente, porque en realidad te consideras malo, y te dices a ti mismo que, si el otro te conociera tal como eres, no diría que eres bueno; o bien aceptas las palabras de esa otra persona y te crees de veras que eres bueno, y hasta te hace ilusión el cumplido. En ambos casos te equivocas, porque no eres ni bueno ni malo. Tú eres tú. Si te dejas influir por los juicios de quienes te rodean, estarás siempre acumulando tensión, inseguridad y preocupación, porque, del mismo modo que hoy te llaman "bueno", y ello te alegra, mañana pueden llamarte "malo". y te deprimirás. Por eso, la reacción apropiada y correcta, cuando alguien dice que eres "bueno", consiste en decir: "Esta persona, dada su actual percepción y talante, me ve bueno, lo cual no dice nada acerca de mí. Otro en su lugar, y con su propia manera de ser y de percibir las cosas, me vería malo, lo cual tampoco diría nada acerca de mí".
¡Con qué facilidad nos dejamos engañar por el juicio de los demás y nos formamos una imagen de nosotros mismos basada en ese juicio...! Para liberarte de verdad necesitas escuchar las cosas buenas y malas que ellos quieran contarte, pero no has de reaccionar con mayor emoción que la que manifiesta un ordenador cuando le introducen los datos. Y es que lo que ellos digan acerca de ti revela mucho más sobre ellos mismos que sobre tu persona.
En realidad, también tienes que ser consciente de los juicios que tú hagas acerca de ti mismo, porque incluso éstos se basan, por lo general, en los sistemas de valores de las personas que te rodean. Si juzgas, condenas o apruebas, ¿acaso ves la realidad? Si contemplas algo a través del prisma del juicio, de la aprobación o de la condena, ¿no es ése el principal obstáculo para comprender y observar las cosas tal como son? Cuenta hasta diez cuando una persona te diga que eres alguien muy especial para ella; si aceptas el cumplido, empezarás a acumular tensión. ¿Para qué quieres ser especial para alguien y someterte a semejante clase de juicio aprobatorio? ¿Por qué no contentarte simplemente con ser tú mismo?
Cuando una persona te haga saber lo especial que eres para ella, todo lo más que puedes decir es: "Esta persona, dados sus gustos y necesidades, sus instintos, sus apetencias y sus proyecciones, siente una especial atracción hacia mí, lo cual no dice nada acerca de mí como persona. Otros muchos me encontrarán absolutamente vulgar, y ello tampoco dice nada acerca de mí como persona". En el momento en que aceptes el cumplido y te complazcas en él, habrás dado a esa persona el control sobre ti. Temerás constantemente que conozca a otra persona que le resulte muy especial y te haga perder la posición de privilegio que ocupas en su vida. Consiguientemente, te pasarás la vida bailando al son que ella quiera tocar y respondiendo a sus expectativas, con lo cual habrás perdido tu libertad. En suma, habrás conseguido depender de ella para ser feliz, porque has hecho que tu felicidad dependa del juicio de ella acerca de ti.
Por si fuera poco, aún puedes empeorar las cosas poniéndote a buscar a otras personas que te digan lo especial que eres para ellas e invirtiendo un montón de tiempo y de energías en asegurarte de que nunca van a cambiar esa imagen que tienen de ti. ¡Qué forma de vivir más agotadora...! De pronto, el miedo hace acto de presencia en tu vida; miedo a que se destruya tu imagen. Pero, si lo que buscas es la audacia y la libertad, tienes que deshacerte de ese miedo. ¿Cómo? Negándote a tomar en serio a cualquiera que te diga lo especial que eres para él. Las palabras "Tú eres algo muy especial para mí" tan sólo dicen algo acerca de mi actual disposición con respecto a ti, de mis gustos de mi actual estado de ánimo y de la fase evolutiva en que me encuentro. No dicen otra cosa. Acéptalas, pues, como un simple dato y no te alegres por ellas. Lo que puede alegrarte es mi compañía no mi cumplido; mi actual interacción contigo, no mi elogio. Y, si eres juicioso, me animarás a descubrir a otras personas igualmente especiales, para no verte nunca tentado de aferrarte a esa imagen que yo tengo de ti. No es dicha imagen la que ha de procurarte gozo y contento, porque eres consciente de que la imagen que yo tengo de ti puede cambiar muy fácilmente. Lo que has de disfrutar, pues, es el momento presente, porque, si te complaces en la imagen que yo tengo de ti, entonces te tendré controlado, y te dará miedo ser tú mismo, por temor a hacerme daño; te dará miedo decirme la verdad y hacer cualquier cosa que pueda deteriorar la imagen que yo tengo de ti.
Aplícalo ahora a cualquier imagen que la gente tenga de ti y que te haga ver que eres un genio, un sabio, un santo o algo parecido; siéntete halagado, y en ese momento habrás perdido tu libertad, porque en adelante no dejarás de esforzarte por conseguir que no cambien de opinión. Temerás cometer errores, ser tú mismo, hacer o decir cualquier cosa que pueda dañar dicha imagen. Habrás perdido la libertad de ponerte en ridículo, de ser objeto de bromas y chanzas, de hacer y decir lo que a ti te parezca, en lugar de lo que parece encajar con la imagen que los demás tienen de ti. ¿Cómo se acaba con esto? A base de muchas horas de paciente estudio, concienciación y observación de lo que tan estúpida imagen te proporciona: una emoción mezclada de inseguridad, falta de libertad y sufrimiento. Si logras ver esto con claridad, te desaparecerán las ganas de ser especial para nadie o de que nadie te tenga en una elevada consideración, no temerás andar con pecadores y personajes de dudosa reputación y harás y dirás lo que te plazca, sin importarte lo que la gente piense de ti. Conseguirás ser tan falto de auto-conciencia como los pájaros y las flores, demasiado ocupados en la tarea de vivir como para preocuparse lo más mínimo de lo que los demás puedan pensar de ellos y de si son o dejan de ser algo especial para otros. Y, al fin, lograrás ser libre y audaz.

:::UNA LLAMADA AL AMOR:::

lunes, 10 de agosto de 2009

SINTOMAS DE LA DEPRESION


Un trastorno como la depresión afecta el ánimo de manera radical y no como arranques emocionales que resultan de problemas particulares, los cuales generalmente , son de un tiempo mucho mas corto.
Los síntomas centrales de la depresión son:
• caída del ánimo
• pérdida de energía e interés
• sensación de enfermedad física o debilitamiento
• baja concentración
• apetito y sueño alterados
• disminución de las funciones físicas y mentales
Además, muchos problemas físicos genuinos como dolor pre-cordial, indigestión, dolores de cabeza o periodos alterados, frecuentemente van de la mano con la depresión. Esto ocurre tan comúnmente que mucha gente se enfoca en estos problemas sin darse cuenta que están sufriendo depresión.
Pero es probable que sean los sentimientos de:
• desesperanza
• desamparo
• culpa
• ansiedad
• tristeza

Que también acompañan a la depresión, lo que resulte más difícil de soportar. Una indicación de la profundidad de desesperación experimentada por quienes la sufren es el hecho de que la depresión es la causa más común de suicidio.
Incluso así, es muy difícil para cualquiera que no tiene experiencia personal de depresión realmente entender el grado del problema.
El siguiente relato escrito por un anónimo, que apareció en el British Medical Journal, ayuda a ponerla en perspectiva:
"Un síntoma de los malos tiempos es que usted piensa que ellos nunca acabarán. Usted se convence a si mismo que está condenado para siempre a un estado de media vida. Usted despierta a un susurro y necesita un esfuerzo desmesurado para dejar la cama. Usted sabe que debe levantarse para detener el sentimiento de desesperación, pero la languidez que es una característica de la condición lo mantiene ahí, contemplando el techo con una mirada estática, reflexionando sobre el interminable día que nos espera. Todo significa un esfuerzo y se realiza lentamente. La tarea más pequeña es un peso para usted... Problemas menores se convierten en temas de gran magnitud. Las decisiones son postergadas y evitadas. Las simples tareas son aplazadas indefinidamente. Lo peor de todo es la desintegración de su autoconfianza. Usted titubea al hablar y al actuar. El sonido del teléfono lo hace saltar y no se atreve a responder".

La depresión es una enfermedad que, al igual que otras patologías, requiere el diagnóstico médico y la administración de medicamentos para su tratamiento. Si usted cree estar deprimido es mejor que consulte al especialista adecuado que, en este caso, es un médico y no otro profesional de la salud.
La depresión puede ser tratada. Si usted cree que tiene síntomas de depresión, lo mejor será que consulte a un médico especialista en el tratamiento de la depresión: ellos son los llamados a tratar este tipo de enfermedades.

Fuente:http://www.depresion.cl/que04.html

¿AUMENTARON EN LOS ULTIMOS AÑOS LOS ATAQUES DE PANICO?



-Sí, aumentaron por la tensión emocional constante, la que también incrementó otras patologías como, por ejemplo, las lesiones en la piel.

-¿Es una enfermedad psicosomática o física?
-Es una enfermedad psicosomática, es decir,'el padecimiento psíquico tiene claras manifestaciones en el cuerpo.

-¿Como comienza el proceso y cuáles son sus síntomas?
-Se presenta intempestivamente, sin ninguna causa aparente. Y los síntomas más frecuentes son palpitaciones, dolores en el pecho, mareos o vértigos, náuseas o problemas estomacales, sofocones o escalofríos, dificultad para respirar, cosquilleo o entumecimiento en las manos, estremecimiento o temblores, sensación de irrealidad, terror (sentir que algo horrible va a pasar y no poder evitarlo), miedo a perder el control, transpiración y miedo a morir.

-¿Qué situaciones pueden desencadenarlo?
-Suele desencadenar un ataque de pánico una situación que provoque una fuerte tensión emocional. Pero no en todos los casos. A veces parece la mosca en la sopa de una vida totalmente armoniosa y agradable.
Un mismo dato de la realidad puede causar angustia en una persona y en otra resultar absolutamente tolerable. Los desencadenantes entonces se leen retrospectivamente.

-¿Se produce por una acumulación de ansiedad, miedo y angustia o por otros motivos?
-No, los picos de ansiedad, miedo o angustia acompañan el cuadro, no lo producen.

-Un ataque de pánico, ¿puede efectivamente derivar en un ataque cardíaco o en un pico de presión arterial?
-Es posible como con cualquier estado de fuerte impacto emocional, pero en general, el paciente no corre un grave peligro en ese sentido. Por la sintomatología, es frecuente que se confunda con una afección cardíaca o con cualquier otra enfermedad que amenaza la vida, y como se asustan, suelen concurrir a la sala de guardia de los hospitales. Pero un buen chequeo clínico puede diferenciar el ataque de pánico de un ataque cardíaco o de presión.

-¿Las mujeres tienen una propensión mayor a sufrirlo?
-Es doblemente más común en las mujeres, posiblemente por su facilitación de la angustia. El hombre, en general, tramita estas cosas de otra manera.

-¿Se produce más frecuentemente a determinada edad?
-Puede presentarse en cualquier edad, pero generalmente, no antes de la pubertad. Comienza en los adultos jóvenes.

-¿Qué actitud se debe tomar cuando se empieza a advertir los síntomas?
-Consultar a un profesional. En general, algo en la vida del paciente anda mal y excede su dominio.

-¿Los ataques pueden volver a producirse?
-Es probable que aquellos que lo sufrieron una vez puedan volver a sufrirlo, y la frecuencia varía en cada caso. El que sufre continuos ataques o siente ansiedad por miedo a tener otro, se dice que sufre trastorno causado por pánico. El no tratarlo puede causar mayor asiduidad y, obviamente, el efecto es una vicia cada vez más limitada, ya que pueden surgir fobias asociadas. Es decir, alguien que sufre sucesivos episodios en la calle llegará a no dar un paso fuera de su casa por miedo a que le ocurra afuera. Entonces a esto se le puede ensamblar la agorafobia (fobia a los espacios abiertos). Sucede que los pacientes suelen asociar el lugar donde les ocurrió (por ejemplo, en el subte o en un cine) con el ataque, y no quieren volver a ir a esos lugares.

-¿A quién se debe consultar en estos casos: a un psicólogo o a un médico clínico?
-Se debe consultar a un psicólogo, ya que los síntomas físicos son causados por un padecimiento psíquico y no, por ejemplo, por una disfunción hormonal. No son los químicos los que van a solucionar el padecimiento subjetivo. Por supuesto que si además el profesional evalúa, como en cualquier otro caso, la necesaria administración de fármacos, se realizará una interconsulta médica. En cualquier tratamiento psicológico donde el paciente tome medicamentos, éstos deben estar suministrados y controlados por un médico.

-¿Existe algún tratamiento para prevenir los ataques de pánico?
-Si el paciente se decide a consultar a un profesional y llevar adelante el tratamiento, de modo responsable, los ataques van disminuyendo hasta desaparecer.



La informacion de este articulo tiene una funcion solamente informativa. Recomendamos que consulte a su medico o terapeuta ante cualquier duda


www.borloj.com

viernes, 7 de agosto de 2009

ATAQUE DE PANICO

Fernando González G.
Un ataque de pánico es una angustiante oleada de miedo que aparece de manera repentina, brusca y sin razón aparente; las mujeres son las más afectadas, en una relación de 2 a 1; su origen se relaciona con depresión y estrés, así como con la falta de algunas sustancias neurotransmisoras en el cerebro.
La sociedad establece convencionalismos para todo y, en el caso del miedo, por ejemplo, se piensa que es normal asustarse ante un asalto o robo, incendio o terremoto; es decir, escenarios que responden a una causa palpable o tangible.
No ocurre lo mismo cuando alguien tiene temor de entrar en un elevador o abordar un avión, es decir, parece incomprensible que un individuo sienta miedo al atravesar un puente o que una persona que conduce perfectamente su auto en la ciudad sea incapaz de hacerlo en carretera.
Sin embargo, hay que entender que esta clase de personas son incapaces de sobreponerse a estos eventos y que, lejos de juzgarlas severamente, se les debe comprender y recomendarles que busquen la ayuda de un psiquiatra. Así, es conveniente saber que, de acuerdo a los criterios para diagnosticar los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, un ataque de pánico es la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, que inicia bruscamente y alcanza su máxima expresión durante los primeros 10 minutos, y está acompañado de cuatro ó más de los siguientes síntomas:
• Palpitaciones o elevación de la frecuencia cardiaca.
• Sudoración.
• Temblores.
• Sensación de ahogo o falta de aliento.
• Percepción de que un objeto obstruye la garganta.
• Opresión o malestar torácico.
• Náuseas o molestias abdominales.
• Inestabilidad, mareo o desmayo.
• Pensar que lo que ocurre es irreal.
• Miedo a perder el control, volverse loco o tener miedo a morir.
• Sensación de entumecimiento u hormigueo (parestesias).
• Escalofríos o sofocaciones.
Miedo, sin causa aparente
Típicamente, dichos ataques ocurren en forma espontánea y en cualquier momento, incluso durante el sueño, y dado que no se puede predecir cuándo se presentarán, muchas personas viven en un estado de preocupación continua temiendo que puedan sufrir otro ataque en cualquier momento.
La mayoría de estos episodios duran sólo unos minutos (10, si se prolongan) y, en casos muy raros, hasta una hora. Sin embargo, sea cual sea el caso, al paciente le parece que se trata de una eternidad.
Ahora bien, algunas veces los síntomas de este desajuste emocional hacen pensar a la persona que su vida corre peligro, a tal grado que cree que está teniendo un ataque al corazón, padeciendo un problema respiratorio o gastrointestinal, o bien, un trastorno neurológico, es decir, tiene miedo de estar perdiendo el control o convirtiéndose en psicótico.
Asimismo, es común que el enfermo manifieste intensa ansiedad entre cada uno de los episodios, por lo que no resulta extraño que se desarrollen fobias acerca de los lugares en los que se produjeron dichos ataques, como supermercados, gasolineras o aviones, entre otros.
Cifras y repercusiones
Diversos estudios señalan que los trastornos de pánico suelen atacar a jóvenes menores de 24 años, que la relación es de 2 a 1 en comparación a las mujeres y que aproximadamente 2% de la población adulta sufre este desequilibrio.
Igualmente, se sabe que dicha patología puede relacionarse con otros padecimientos, en su mayoría depresión y consumo de ciertas sustancias; aproximadamente 30% de los enfermos abusan del alcohol, y 17% de drogas como cocaína y marihuana, como consecuencia de intentos sin éxito para reducir la angustia causada por su enfermedad. Por ello, el psiquiatra deberá diagnosticar si hay padecimientos complementarios y atacar el problema en forma integral.
Es fundamental que se considere que los ataques de pánico repetidos pueden tener efecto devastador sobre la persona que los padece. Por ello, es necesario que se tenga en cuenta la importancia del tratamiento:
• Si no se tiene la atención médica necesaria, el paciente puede seguir manifestando ataques de pánico durante años, lo cual puede llegar a interferir seriamente en sus relaciones familiares y laborales.
• Su modo de vida queda dramáticamente restringido porque, por ejemplo, la persona puede comenzar a eludir aquellas situaciones en las que cree que podría sufrir un ataque de pánico, lo que podría abarcar actividades perfectamente normales y cotidianas, como ir al supermercado e, incluso, conducir su auto. En casos extremos, la persona que padece ataques de pánico y no recibe tratamiento, podría tener miedo a salir de su casa.
• Algunas personas limitan su productividad laboral, ya que los síntomas pueden impedir que realicen viajes de negocios, o que sean incapaces de permanecer en el lugar visitado. Igualmente, es posible que rechacen ascensos o tareas laborales porque ello aumentaría sus posibilidades de sufrir un ataque de pánico; otros más renuncian y hay quienes sólo abandonan su casa para ir a trabajar; es evidente que no realizan ninguna otra actividad social.
• Muchos individuos sufren depresión y piensan en el suicidio; otros buscan reducir los síntomas del pánico mediante el consumo de alcohol u otras drogas.
Tratamiento
Los expertos creen que este tipo de patología se relaciona con cierto desorden cerebral, es decir, con un desequilibrio de algunas sustancias neurotransmisoras, entre ellas la serotonina, la cual está implicada en la regulación de la temperatura, percepción sensorial y en proporcionar al organismo sensaciones placenteras.
Químicamente hablando, la falta de serotonina es una de las evidencias de un proceso depresivo, sea éste menor o mayor, que es muy común en personas que sufren ataques de pánico; es por ello que el psiquiatra recomendará un antidepresivo que regule la presencia de dicha sustancia, lo cual se complementará en muchos casos con un ansiolítico (medicamento para combatir la ansiedad).
Además, el tratamiento podría incluir sesiones de psicoterapia cognitiva-conductual (TCC), que enseña a las personas a enfrentarse a los ataques de pánico de una manera diferente. La mayoría de los pacientes presentan progresos significativos después de algunas semanas de terapia, aunque en ciertos casos puede requerirse un tratamiento más largo, porque son comunes las recaídas.
Cómo funciona la terapia
El método cognitivo-conductual enseña a la gente a anticipar y a autoprepararse para hacer frente a las situaciones y sensaciones corporales que podrían desencadenar un ataque de pánico. Generalmente, la TCC incluye los tres elementos siguientes:
• El terapeuta ayuda a la persona a identificar los modelos de pensamiento que le inducen a interpretar erróneamente ciertas sensaciones y a asumir que está ocurriendo lo peor. Estos modelos de pensamiento están profundamente arraigados, y se requiere práctica para detectarlos y después modificarlos.
• El experto puede enseñar al paciente ejercicios respiratorios que le tranquilicen y que pueden evitar la hiperventilación (respiración excesivamente rápida) que suele tener lugar durante un ataque de pánico.
• El psiquiatra puede ayudar a la persona a hacerse cada vez menos sensible a las sensaciones corporales alarmantes y a los sentimientos de terror. Esto se consigue promoviendo que la persona se pruebe a sí misma, poco a poco y de forma segura, en los lugares y situaciones que ha estado rehuyendo.
Por otro lado, hay que decir que existen especialistas en salud mental que utilizan el psicoanálisis para sanar esta patología, lo cual ayuda al enfermo a descubrir las causas de su malestar por sí mismo y, después, cuando concientiza lo que le genera angustia o ansiedad, trata de enfrentar la situación. Claro está que mientras esto ocurre el médico ofrecerá tratamiento farmacológico que impida que el paciente tenga los síntomas antes descritos.
Finalmente, habría que decir que ésta, como muchas otras enfermedades de orden mental, ha sido estudiada de tal forma que ya se cuenta con soluciones reales que permiten que el enfermo recobre su calidad de vida.

miércoles, 5 de agosto de 2009

domingo, 2 de agosto de 2009

NICK: UN TESTIMONIO DE VIDA

martes, 10 de marzo de 2009

EDGAR ALLAN POE

(Boston, EE UU, 1809-Baltimore, id., 1849) Poeta, cuentista y crítico estadounidense. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron cuando él era todavía un niño. Edgar Allan Poe fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.
Después de regresar a Estados Unidos, Edgar Allan Poe siguió estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (Tamerlane and Other Poems, 1827).
Se alistó luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.
En 1832, y después de la publicación de su tercer libro, Poemas (Poems by Edgar Allan Poe, 1831), se desplazó a Baltimore, donde contrajo matrimonio con su jovencísima prima Virginia Clem, que contaba sólo catorce años de edad. Por esta época entró como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, y más tarde en varias revistas en Filadelfia y Nueva York, ciudad en la que se había instalado con su esposa en 1837.

Edgar Allan Poe
Su labor como crítico literario incisivo y a menudo escandaloso le granjeó cierta notoriedad, y sus originales apreciaciones acerca del cuento y de la naturaleza de la poesía no dejarían de ganar influencia con el tiempo. La larga enfermedad de su esposa convirtió su matrimonio en una experiencia amarga; cuando ella murió, en 1847, se agravó su tendencia al alcoholismo y al consumo de drogas, según testimonio de sus contemporáneos. Ambas fueron, con toda probabilidad, la causa de su muerte.
La obra de Edgar Allan Poe
Según Poe, la máxima expresión literaria era la poesía, y a ella dedicó sus mayores esfuerzos. Es justamente célebre su extenso poema El cuervo (The Raven, 1845), donde su dominio del ritmo y la sonoridad del verso llegan a su máxima expresión. Las campanas (The Bells, 1849), que evoca constantemente sonidos metálicos, Ulalume (1831) y Annabel Lee (1849) manifiestan idéntico virtuosismo.
Pero la genialidad y la originalidad de Edgar Allan Poe encuentran quizás su mejor expresión en los cuentos, que, según sus propias apreciaciones críticas, son la segunda forma literaria, pues permiten una lectura sin interrupciones, y por tanto la unidad de efecto que resulta imposible en la novela.
Publicados bajo el título Cuentos de lo grotesco y de lo arabesco (Tales of the Grotesque and Arabesque, 1840), aunque hubo nuevas recopilaciones de narraciones suyas en 1843 y 1845, la mayoría se desarrolla en un ambiente gótico y siniestro, plagado de intervenciones sobrenaturales, y en muchos casos preludian la literatura moderna de terror; buen ejemplo de ello es La caída de la casa Usher (The Fall of the House of Usher).
Su cuento Los crímenes de la calle Morgue (The Murders in the Rue Morgue) se ha considerado, con toda razón, como el fundador del género de la novela de misterio y detectivesca. Destaca también su única novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym), de crudo realismo y en la que reaparecen numerosos elementos de sus cuentos. La obra de Poe influyó notablemente en los simbolistas franceses, en especial en Charles Baudelaire, quien lo dio a conocer en Europa.

lunes, 9 de marzo de 2009

miércoles, 25 de febrero de 2009

SER FELIZ

Si quieres saber lo que significa ser feliz, observa una flor, un pájaro, un niño...: ellos son imágenes perfectas del reino, porque viven el eterno ahora, sin pasado ni futuro. Por eso no conocen la culpa y la inquietud que tanto atormentan a los seres humanos, están llenos de la pura alegría de vivir y se deleitan, no tanto en las personas o cosas, cuanto en la vida misma. Mientras tu felicidad esté originada o sostenida por algo o por alguien exterior a ti, seguirás en la región de los muertos. El día en que seas feliz sin razón alguna, el día en que goces con todo y con nada, ese día sabrás que has descubierto ese país de la alegría interminable que llamamos "el reino".
Encontrar el reino es lo más fácil del mundo, pero también lo más difícil. Es fácil, porque el reino está a tu alrededor y aun dentro mismo de ti. y lo único que tienes que hacer es extender tu mano y tomar posesión de él. Y es difícil, porque, si deseas poseer el reino, no puedes poseer nada más. Es decir, debes acceder a lo más hondo de ti mismo sin apoyarte en nada ni en nadie, arrebatando a todos y a todo, para siempre, el poder de estremecerte, de emocionarte o de darte una sensación de seguridad o de bienestar. Para lo cual, lo primero que necesitas es ver con absoluta claridad esta contundente verdad: contrariamente a lo que tu cultura y tu religión te han enseñado, nada, absolutamente nada, puede hacerte feliz. En el momento en que consigas ver esto, dejarás de ir de una ocupación a otra, de un amigo a otro, de un lugar a otro, de una técnica espiritual a otra, de un gurú a otro... Ninguna de esas cosas puede proporcionarte ni un solo minuto de felicidad. Lo más que pueden ofrecerte es un estremecimiento pasajero, un placer que al principio crece en intensidad, pero que se convierte automáticamente en dolor en cuanto los pierdes, y en hastío si se prolongan indefinidamente.
Piensa en las innumerables personas y cosas que tanto te han entusiasmado en el pasado. ¿Qué ha sucedido? En cada caso, han acabado produciéndote sufrimiento o aburrimiento, ¿no es verdad? Es absolutamente esencial que consigas ver esto, porque, mientras no lo hagas, no habrá posibilidad alguna de que descubras el reino de la alegría. La mayoría de las personas no están preparadas para verlo en tanto no hayan padecido repetidas veces la desilusión y la tristeza. Y, aun así, sólo una persona entre un millón siente el deseo de ver. Los demás, la inmensa mayoría, se limitan a seguir llamando patéticamente a la puerta de otras criaturas, mendigando sin recato, implorando afecto, aprobación, consejos, poder, honor, éxito... Y es que se niegan obstinadamente a entender que la felicidad no está en ella, cosas.
Si buscas dentro de tu corazón, descubrirás algo que te permitirá entender: una chispa de desencanto y descontento que, si se atiza, se convertirá en un fuego devastador que consumirá todo el mundo ilusorio en el que vives, desvelando así ante tus asombrados ojos el reino en el que, sin sospecharlo siquiera, has estado viviendo siempre. ¿Te has sentido alguna vez asqueado de la vida, mortalmente aburrido de huir constantemente de miedos y ansiedades, cansado de mendigar, harto de dejarte arrastrar por tus apegos y tus "adicciones"? ¿Has sentido alguna vez la absoluta falta de sentido de luchar por conseguir un título, encontrar un trabajo y dedicarte a experimentar el aburrimiento de la vida o, si eres una persona que no puede parar quieta, vivir en una confusión emocional originada por aquellas cosas que te afanas por conseguir? Si lo has sentido -y difícilmente habrá un ser humano que no lo haya hecho-, entonces la llama divina del descontento ha prendido en tu corazón, y es el momento de alimentarla, antes de que la apaguen los rutinarios quehaceres de la vida. Es la ocasión que te depara el destino para que, simplemente, encuentres el momento de escapar y de examinar tu vida, permitiendo que la llama siga creciendo mientras lo haces, negándote a permitir, en cambio, que nada en el mundo te distraiga de esa tarea.
Es el momento de que comprendas que no hay absolutamente nada ajeno a ti que pueda proporcionarte una alegría duradera. Pero, en el instante mismo en que lo hagas, comprobarás que en tu corazón nace un temor: el temor a que, si das pábulo al descontento, éste se convierta en una pasión devastadora que se apodere de ti y te haga rebelarte contra todo cuanto tu cultura y tu religión consideran estimable, contra toda una forma de pensar, sentir y percibir el mundo que ellas (tu cultura y tu religión) te han obligado a aceptar. Ese fuego devorador no se limitará a poner en peligro tu nave, sino que la reducirá a cenizas. De pronto te encontrarás viviendo en un mundo del todo diferente, infinitamente alejado del mundo de las personas que te rodean, porque todo cuanto los demás estiman y por lo que claman sus corazones (honor, poder, aceptación, aprobación, seguridad, riqueza...) es visto como la hedionda, repugnante y nauseabunda basura que en realidad es. Y todo aquello de lo que los demás huyen sin parar ya no volverá a infundirte terror. Te has vuelto una persona serena, intrépida y libre, porque has abandonado tu mundo ilusorio y has entrado en el reino.
Ahora bien, no confundas este descontento divino con la desesperación que a veces induce a la gente a la locura y al suicidio, en cuyo caso no se trataría del impulso místico hacia la vida, sino del impulso neurótico hacia la autodestrucción. Ni lo confundas tampoco con el gimoteo de quienes no hacen más que quejarse de todo: estas personas no son místicos, sino pelmazos en constante campaña en favor de una mejora de sus condiciones carcelarias, cuando lo que necesitarían sería abrir las puertas de su prisión y salir a la libertad.
La mayoría de las personas, cuando sienten en sus corazones el aguijonazo de este descontento, o bien huyen de él drogándose con la búsqueda febril de trabajo, de compañía y de amistad, o bien canalizan el descontento hacia una labor social o hacia la literatura, la música o las llamadas tareas creativas, y se contentan con la reforma, cuando lo que hace falta es la rebelión. Estas personas, aunque tremendamente activas, en realidad no están vivas en absoluto, sino muertas y contentas de vivir en la región de los muertos. La prueba de que tu descontento es divino la constituye el hecho de que no haya en él el menor rastro de tristeza o de amargura, sino que, por el contrario, y aun cuando pueda brotar frecuentemente el miedo en tu corazón, el descontento se vea siempre acompañado de alegría, de la alegría del reino.
He aquí una parábola de dicho reino: el reino se parece a un tesoro escondido en un campo y que es descubierto por un hombre, el cual, loco de contento, va, vende cuanto tiene y compra dicho campo. Si tú no has descubierto aún el tesoro, no malgastes tu tiempo buscándolo, porque puede ser descubierto, pero no puede ser buscado, dado que no tienes la menor idea de en qué consiste dicho tesoro. Lo único que conoces es la letal felicidad de tu actual existencia. Consiguientemente, ¿qué vas a buscar? ¿Y dónde? Mejor será que busques en tu corazón la chispa del descontento y la mantengas hasta que se convierta en un auténtico incendio que reduzca a escombros tu mundo.
Jóvenes o viejos, la mayoría de nosotros estamos descontentos, simplemente porque deseamos algo (más conocimientos, un mejor trabajo, un coche más potente, un salario más abundante...). Nuestro descontento se basa en nuestro deseo de "más". Si la mayoría de nosotros estamos descontentos, es únicamente porque deseamos algo más. Pero no me estaba refiriendo a esta clase de descontento. Evidentemente, el desear "más" nos impide pensar con claridad; pero, si estamos descontentos, no porque deseemos algo, sino porque no sabemos lo que deseamos; si nos sentimos insatisfechos con nuestro trabajo, con la necesidad de hacer dinero y lograr poder y posición, con la tradición, con lo que tenemos y lo que podríamos tener, si estamos insatisfechos, no con algo en particular, sino con todo, entonces creo que descubriremos que nuestro descontento nos proporciona claridad. Cuando no aceptamos ni seguimos, sino que dudamos, investigamos e inquirimos. Entonces se da una intuición o penetración que da lugar a la creatividad y la alegría.
Por lo general, el descontento que experimentas se debe a que no tienes suficiente de algo: estás insatisfecho porque piensas que no tienes suficiente dinero, o poder, o éxito, o fama, o virtud, o amor, o santidad... No es éste el descontento que conduce a la alegría del reino, porque su origen es la codicia y la ambición, y su consecuencia el desasosiego y la frustración. El día en que estés descontento, no porque desees más de algo, sino porque no sabes qué es lo que deseas; el día en que estés mortalmente harto de todo cuanto has estado persiguiendo hasta entonces, harto incluso de perseguirlo, ese día tu corazón alcanzará una inmensa claridad, una intuición. una perspicacia que, de un modo misterioso, te permitirá deleitarte con todo y con nada.

Ser realista

Si deseas entrar en contacto con la realidad de una cosa, lo primero que tienes que comprender es que toda idea deforma la realidad y constituye un obstáculo para ver dicha realidad. La idea no es la realidad: la idea "vino" no es el vino; la idea "mujer" no es esa determinada mujer. Si de veras quieres entrar en contacto con la realidad de esa mujer, debes dejar de lado tu idea de la mujer y tener la experiencia de ella en su singularidad concreta y en su unicidad. Por desgracia, la mayoría de las personas no se toman, la mayoría de las veces, la molestia de ver este tipo de cosas en su singularidad, se limitan a ver las palabras o las ideas, pero sin mirar nunca con ojos de niño esa realidad concreta, única, viva y con plumas que se mueve ahí mismo, delante de ellos; lo único que ven es un gorrión. Nunca ven el maravilloso prodigio de ese ser humano único que tienen ante sí; tan sólo ven a una mujer campesina hindú, por ejemplo. La idea, por consiguiente, es un obstáculo para percibir la realidad.
Pero hay otro obstáculo a la percepción de la realidad: el juicio. Tal cosa o persona es buena o mala, fea o hermosa. Ya es suficiente obstáculo, a la hora de fijarse en esa persona concreta, el tener la idea de "hindú", de "mujer" o de "campesina". Pero, encima, ahora añado un juicio y digo: "es buena" o "es mala"; "es guapa y atractiva" o "es fea y poco atractiva". Lo cual me impide verla, porque no es ni buena ni mala. Es "ella", en toda su singularidad. El cocodrilo y el tigre no son ni buenos ni malos; son cocodrilo y tigre. "Bueno" y "malo" dicen relación a algo exterior a ellos. En la medida en que convienen a mi propósito, o son gratos a mis ojos, o me son útiles, o constituyen para mí una amenaza, en esa medida les llamo "buenos" o "malos".
Piensa ahora en ti mismo cuando alguien dice de ti que eres "bueno" o "atractivo" o "guapo". Una de dos: o bien te muestras duro y displicente, porque en realidad te consideras malo, y te dices a ti mismo que, si el otro te conociera tal como eres, no diría que eres bueno; o bien aceptas las palabras de esa otra persona y te crees de veras que eres bueno, y hasta te hace ilusión el cumplido. En ambos casos te equivocas, porque no eres ni bueno ni malo. Tú eres tú. Si te dejas influir por los juicios de quienes te rodean, estarás siempre acumulando tensión, inseguridad y preocupación, porque, del mismo modo que hoy te llaman "bueno", y ello te alegra, mañana pueden llamarte "malo". y te deprimirás. Por eso, la reacción apropiada y correcta, cuando alguien dice que eres "bueno", consiste en decir: "Esta persona, dada su actual percepción y talante, me ve bueno, lo cual no dice nada acerca de mí. Otro en su lugar, y con su propia manera de ser y de percibir las cosas, me vería malo, lo cual tampoco diría nada acerca de mí".
¡Con qué facilidad nos dejamos engañar por el juicio de los demás y nos formamos una imagen de nosotros mismos basada en ese juicio...! Para liberarte de verdad necesitas escuchar las cosas buenas y malas que ellos quieran contarte, pero no has de reaccionar con mayor emoción que la que manifiesta un ordenador cuando le introducen los datos. Y es que lo que ellos digan acerca de ti revela mucho más sobre ellos mismos que sobre tu persona.
En realidad, también tienes que ser consciente de los juicios que tú hagas acerca de ti mismo, porque incluso éstos se basan, por lo general, en los sistemas de valores de las personas que te rodean. Si juzgas, condenas o apruebas, ¿acaso ves la realidad? Si contemplas algo a través del prisma del juicio, de la aprobación o de la condena, ¿no es ése el principal obstáculo para comprender y observar las cosas tal como son? Cuenta hasta diez cuando una persona te diga que eres alguien muy especial para ella; si aceptas el cumplido, empezarás a acumular tensión. ¿Para qué quieres ser especial para alguien y someterte a semejante clase de juicio aprobatorio? ¿Por qué no contentarte simplemente con ser tú mismo?
Cuando una persona te haga saber lo especial que eres para ella, todo lo más que puedes decir es: "Esta persona, dados sus gustos y necesidades, sus instintos, sus apetencias y sus proyecciones, siente una especial atracción hacia mí, lo cual no dice nada acerca de mí como persona. Otros muchos me encontrarán absolutamente vulgar, y ello tampoco dice nada acerca de mí como persona". En el momento en que aceptes el cumplido y te complazcas en él, habrás dado a esa persona el control sobre ti. Temerás constantemente que conozca a otra persona que le resulte muy especial y te haga perder la posición de privilegio que ocupas en su vida. Consiguientemente, te pasarás la vida bailando al son que ella quiera tocar y respondiendo a sus expectativas, con lo cual habrás perdido tu libertad. En suma, habrás conseguido depender de ella para ser feliz, porque has hecho que tu felicidad dependa del juicio de ella acerca de ti.
Por si fuera poco, aún puedes empeorar las cosas poniéndote a buscar a otras personas que te digan lo especial que eres para ellas e invirtiendo un montón de tiempo y de energías en asegurarte de que nunca van a cambiar esa imagen que tienen de ti. ¡Qué forma de vivir más agotadora...! De pronto, el miedo hace acto de presencia en tu vida; miedo a que se destruya tu imagen. Pero, si lo que buscas es la audacia y la libertad, tienes que deshacerte de ese miedo. ¿Cómo? Negándote a tomar en serio a cualquiera que te diga lo especial que eres para él. Las palabras "Tú eres algo muy especial para mí" tan sólo dicen algo acerca de mi actual disposición con respecto a ti, de mis gustos de mi actual estado de ánimo y de la fase evolutiva en que me encuentro. No dicen otra cosa. Acéptalas, pues, como un simple dato y no te alegres por ellas. Lo que puede alegrarte es mi compañía no mi cumplido; mi actual interacción contigo, no mi elogio. Y, si eres juicioso, me animarás a descubrir a otras personas igualmente especiales, para no verte nunca tentado de aferrarte a esa imagen que yo tengo de ti. No es dicha imagen la que ha de procurarte gozo y contento, porque eres consciente de que la imagen que yo tengo de ti puede cambiar muy fácilmente. Lo que has de disfrutar, pues, es el momento presente, porque, si te complaces en la imagen que yo tengo de ti, entonces te tendré controlado, y te dará miedo ser tú mismo, por temor a hacerme daño; te dará miedo decirme la verdad y hacer cualquier cosa que pueda deteriorar la imagen que yo tengo de ti.
Aplícalo ahora a cualquier imagen que la gente tenga de ti y que te haga ver que eres un genio, un sabio, un santo o algo parecido; siéntete halagado, y en ese momento habrás perdido tu libertad, porque en adelante no dejarás de esforzarte por conseguir que no cambien de opinión. Temerás cometer errores, ser tú mismo, hacer o decir cualquier cosa que pueda dañar dicha imagen. Habrás perdido la libertad de ponerte en ridículo, de ser objeto de bromas y chanzas, de hacer y decir lo que a ti te parezca, en lugar de lo que parece encajar con la imagen que los demás tienen de ti. ¿Cómo se acaba con esto? A base de muchas horas de paciente estudio, concienciación y observación de lo que tan estúpida imagen te proporciona: una emoción mezclada de inseguridad, falta de libertad y sufrimiento. Si logras ver esto con claridad, te desaparecerán las ganas de ser especial para nadie o de que nadie te tenga en una elevada consideración, no temerás andar con pecadores y personajes de dudosa reputación y harás y dirás lo que te plazca, sin importarte lo que la gente piense de ti. Conseguirás ser tan falto de auto-conciencia como los pájaros y las flores, demasiado ocupados en la tarea de vivir como para preocuparse lo más mínimo de lo que los demás puedan pensar de ellos y de si son o dejan de ser algo especial para otros. Y, al fin, lograrás ser libre y audaz.

El amor es ciego??

Se dice que el amor es ciego. Pero ¿lo es de veras? De hecho, nada hay en el mundo tan clarividente como el amor. Lo que es ciego no es el amor, sino el apego: ese estado de obcecación que proviene de la falsa creencia de que algo o alguien te es del todo necesario para ser feliz. ¿Tienes algún apego de esa clase? ¿Hay cosas o personas sin las que. equivocadamente, creas que no puedes ser feliz? Haz una lista de ellas ahora mismo, antes de que pasemos a ver de qué manera exactamente te ciegan.
Imagínate a un político que está convencido de que no puede ser feliz si no alcanza el poder: la búsqueda del poder va a endurecer su sensibilidad para el resto de su vida. Apenas tiene tiempo para dedicarlo a su familia y a sus amigos. De pronto ve a todos los seres humanos -y reacciona ante ellos- en función de la ayuda o la amenaza que puedan suponer para su ambición. Y los que no suponen ninguna de las dos cosas ni siquiera existen para él. Si. además de este ansia de poder, está apegado a otras cosas, como el sexo o el dinero, el pobre hombre será tan selectivo en sus percepciones que casi puede afirmarse que está ciego. Esto es algo que ve todo el mundo, excepto él mismo. Y es también lo que conduce al rechazo del Mesías. al rechazo de la verdad, la belleza y la bondad, porque uno se ha hecho ciego para percibirlas.
Imagínate ahora a ti mismo escuchando una orquesta cuyos timbales suenan tan fuerte que hacen que no se oiga nada más. Naturalmente, para disfrutar de una sinfonía tienes que poder oir cada uno de los instrumentos. Del mismo modo, para vivir en ese estado que llamamos "amor" tienes que ser sensible a la belleza y al carácter único de cada una de las cosas y personas que te rodean. Difícilmente podrás decir que amas aquello que ni siquiera ves: y si únicamente ves a unos cuantos seres, pero excluyes a otros, eso no es amor ni nada que se le parezca, porque el amor no excluye absolutamente a nadie, sino que abraza la vida entera: el amor escucha la sinfonía como un todo, y no únicamente tal o cual instrumento.
Detente ahora por unos instantes y observa cómo tus apegos -al igual que el apego del político al poder, o el del hombre de negocios al dinero- te impiden apreciar debidamente la sinfonía de la vida. O tal vez prefieras verlo de esta otra manera: existe una enorme cantidad de información que, procedente del mundo que te rodea, afluye hacia ti a través de los sentidos, los tejidos y los diversos órganos de tu cuerpo, pero tan sólo una pequeña parte de esa información consigue llegar a tu mente consciente. Es algo parecido a lo que ocurre con la inmensa cantidad de "feed-hack" que se envía al Presidente de una nación: sólo una mínima parte de la misma llega hasta él, porque alguien de su entorno se encarga de filtrar y tamizar dicha información. ¿Quién decide, pues, lo que finalmente, de entre todo el material que te llega del mundo circundante se abre camino hasta tu mente consciente? Hay tres "filtros" que actúan de manera determinante: tus apegos, tus creencias y tus miedos.
En primer lugar, tus apegos: inevitablemente, siempre prestarás atención a lo que favorece o pone en peligro dichos apegos, y fingirás no ver lo demás. Lo demás no te interesará más de cuanto pueda interesarle al avaro hombre de negocios cualquier cosa que no suponga hacer dinero. En segundo lugar, tus creencias: piensa por un momento en el individuo fanático que tan sólo se fija en aquello que confirma lo que él cree y apenas percibe cuanto pueda ponerlo en entredicho, y comprenderás lo que tus creencias suponen para ti. Finalmente, tus miedos: si supieras que ibas a ser ejecutado dentro de una semana, tu mente se centraría exclusivamente en ello y no podrías pensar en otra cosa. Esto es lo que hacen los miedos: fijar tu atención en determinadas cosas, excluyendo todas las demás. Piensas equivocadamente que tus miedos te protegen, que tus creencias te han hecho ser lo que eres y que tus apegos hacen de tu vida algo apasionante y firme. Y no ves, sin embargo. que todo ello constituye una especie de pantalla o filtro entre ti y la sinfonía de la vida.
Naturalmente, es del todo imposible ser plenamente consciente de todas y cada una de las notas de dicha sintonía. Pero, si logras mantener tu espíritu libre de obstáculos y tus sentidos abiertos, comenzarás a percibir las cosas tal como realmente son y a establecer una interacción mutua con la realidad, y quedarás cautivado por la armonía del universo.
Entonces comprenderás lo que es Dios, porque al fin habrás entendido lo que es el amor.
Míralo de este modo: tú ves a las personas y las cosas, no tal como ellas son, sino tal como eres tú. Si quieres verlas tal como ellas son, debes prestar atención a tus apegos y a los miedos que tales apegos engendran. Porque, cuando encaras la vida, son esos apegos y esos miedos los que deciden qué es lo que tienes que ver y lo que tienes que ignorar. Y sea cual sea lo que veas, ello va a absorber tu atención. Ahora bien, como tu mirar es selectivo, tienes una visión engañosa de las cosas y las personas que te rodean. Y cuanto más se prolongue esa visión deformada, tanto más te convencerás de que ésa es la verdadera imagen del mundo, porque tus apegos y tus miedos no dejan de procesar nuevos datos que refuercen dicha imagen. Esto es lo que da origen a tus creencias, las cuales no son sino formas fijas e inmutables de mirar una realidad que de por sí, no es fija ni inmutable, sino móvil y en constante cambio. Así pues, el mundo con el que te relacionas y al que amas no es ya el mundo real, sino un mundo creado por tu propia mente. Sólo cuando consigas renunciar a tus creencias, a tus miedos y a los apegos que los originan, te verás libre de esa insensibilidad que te hace ser tan sordo y tan ciego para contigo mismo y para con el mundo.

miércoles, 14 de enero de 2009

CRISIS DE ANSIEDAD AGUDA:



Una crisis aguda de angustia es un síndrome polimorfo susceptible de asociarse al componente psicológico característico de una sintomatología somática intensa. La urgencia y el tipo de respuesta médica dada están en función de la intensidad de los síntomas y del contexto clínico. La crisis puede crear pánico en el paciente y preocupación en su familia.
ETIOLOGIA
La ansiedad es un problema clínico complejo. Puede ser primario o secundario a una variedad de condiciones físicas o psicológicas, pero siempre es producto de estrés intenso. Los sistemas noradrinérgicos cerebrales como el locus coeruleus, inducen o median la respuesta de estrés. Estos interactúan con los sistemas inhibitorios del ácido gamaaminobutírico (GABA) que modulan otros neurotransmisores involucrados en la expresión nerviosa central de la ansiedad.
La forma más intensa de crisis de angustia es el ataque de pánico, entidad clínica que causa incapacidad y puede aumentar un riesgo suicida concomitante.
Suelen producirse en forma espontánea, generalmente precedidos por una sensación de opresión torácica o incapacidad para respirar. El temor es de progresión rápida, se acompaña de ideas de muerte (por infarto o enfermedad cerebrovascular), de pérdida de control ("deseos de salir corriendo") o de "pérdida de la razón". Los síntomas somáticos incluyen taquicardia, a veces severa, opresión precordial, quejas inespecíficas de vacío epigástrico, sensación de alteración de la temperatura corporal, sudor palmoplantar y frecuentemente temblor fino distal.
Esta crisis puede ceder espontáneamente o por tratamiento médico, pero siempre deja un temor muy intenso e igualmente inhabilitante a que se reinicie en cualquier momento.
DIAGNOSTICO
La ansiedad representa una condición clínica tratable que se expresa mediante una variedad de cuadros emocionales, cognoscitivos y conductuales que tienen repercusión física objetiva mediada por el sistema neuronegativo.
El inicio de la crisis puede ser súbito, en ciertas situaciones habitualmente molestas para el paciente (conglomerados, espacios cerrados) evolucionando rápidamente a:
Percepción subjetiva de peligro manifestada por aprensión, inquietud y sensación de muerte inminente;
Alteración de las funciones cognoscitivas (pérdida de concentración y memoria);
Hiperactividad neurovegetativa con síntomas somáticos
El paciente experimenta taquicardia, sensación de asfixia, incapacidad para introducir aire en los pulmones, dolor torácico y sudoración lo que le produce mayor ansiedad y convencimiento de sufrir un infarto de miocardio, hasta caer en estado de pánico.
El examen físico puede evidenciar taquicardia, aumento de la presión arterial, sudores y temblores.
El electrocardiograma es normal, lo mismo que la radiografía de tórax.
Se hace el diagnóstico diferencial con: intoxicación por anfetaminas o cocaína, prolapso de la válvula mitral; hipertiroidismo y feocromocitoma.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la crisis aguda de angustia se inicia con la actitud del médico, que ha de ser de calma, de comprensión y además tranquilizadora. Muchas veces el paciente empieza a calmarse mientras cuenta como se produjo el ataque de pánico.
Si el paciente hiperventila se hace respirar en una bolsa de reinhalación o de plástico, con el fin de aumentar el CO2 arterial. Esto además permite disminuir los signos somáticos secundario, espasmos musculares, entumecimientos, hormigueo en las extremidades producto de la alcalosis respiratoria.
Si la angustia no cede es aconsejable la utilización de ansiolíticos. Las benzodiacepinas (Cuadro 1) son los medicamentos de primera elección en el tratamiento de la ansiedad. Si es necesaria una benzodiacepina de acción rápida, se usa el lorazepam en dosis inicial de 2 mg IM. Si es necesario, la dosis se puede repetir a las dos horas. Una vez la sintomatología aguda se haya controlado, el paciente se pone bajo dosis orales, siempre y cuando se requiera de tratamiento adicional.
Cuadro 1
Dosis diarias promedio de algunas benzodiacepinas
Diazepam

4-10 mg


Lorazepam

1-10 mg


Oxazepam

30-45 mg


Bromazepam

9-9 mg


Alprazolam

0.25 - 0.75 mg


Se deben prescribir por períodos breves (una a cuatro semanas) y de acuerdo con la vida media de estos. Algunas otras alternativas de tratamiento incluyen los neurolépticos en dosis bajas: sulpirida, 50 mg cada 12 horas y los beta bloqueadores: propanolol 20 mg diarios.
Si las circunstancias que, al parecer, generan la crisis de angustia no pueden resolverse y el paciente parece muy afectado psíquica y físicamente por ellas, la hospitalización se hace necesaria. El ambiente hospitalario permite romper con la secuencia de eventos fisiológicos y emocionales y obtener una mejoría notoria.



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